viernes, 10 de febrero de 2012

La India soñada, la India vivida


Cada vez que pienso en la India, veo una imagen doble. No es el único país con el que me sucede, pero en este caso ambas imágenes son tan diferentes que me resultan difíciles de conciliar: la India soñada, la India vivida.

Desde que, siendo niña, descubrí que los libros eran la puerta de entrada a otros mundos, leer ha sido una actividad imprescindible en mi vida. Una pasión y a veces casi un vicio. Y entre los libros de mi infancia hubo algunos especialmente queridos, leídos una y otra vez, que imprimieron en mi imaginación hechos y lugares que nunca había conocido pero que soñaba con llegar a conocer.




Entre esos libros había uno: "Flor de leyendas" se titulaba, donde se relataban las historias de Nala y Damayanti, de Sakuntala y su anillo; adaptaciones de antíguos cuentos y leyendas de India en los que se desplegaba un mundo de dioses y héroes, princesas, brillantes palacios, sedas de colores, ascetas y elefantes, bosques sagrados y curiosas costumbres. Una India que, al igual que la luz sobre una película fotográfica, imprimió en mi mente infantil una imagen latente que sólo esperaba el contacto con la realidad para materializarse.




Pasaron bastantes años hasta poder cumplir el sueño de viajar, y unos cuantos más para llegar a la India. Para entonces ya la infancia había quedado muy atrás y la vida me había enseñado que sueño y realidad están hechos de diferente material. Los cuentos habían dado paso a libros y vídeos, y por ellos "sabía" que la India actual no era como en las leyendas: los maharajás habían sido sustituídos por funcionarios y los elefantes por vehículos a motor y bicicletas, y en las ciudades se apiñaba una masa cada vez mayor de gente mientras los bosques, sagrados o no, iban desapareciendo a causa de la superpoblación. Suponía que, una vez allí, esa realidad borraría la imagen soñada y quedaría, sólida y firme, la experiencia vivida.




Aquél primer viaje por la mitad norte de India, en 1.993, fue un shock. Ninguna información previa fue suficiente: la realidad sobrepasó todo lo esperado.

El calor, las multitudes, las comidas tan picantes que nos resultaban incomestibles, las calles llenas de basuras, los transportes machacantes, los olores ofensivos, la atmósfera contaminada de las ciudades, las habitaciones desvencijadas. Y la frecuente impresión de ser vistos como monederos ambulantes donde todo el mundo deseaba meter la mano.




Habíamos querido viajar, como siempre, por nuestros propios medios; sin intermediarios, sin intérpretes ni guías; no por afán de aventura ni por buscar lo difícil sino porque nos parece la única manera auténtica de viajar.

Y resultó bastante duro, lo confieso: media docena de veces me dije "no más", pero otras tantas seguí adelante hasta completar el recorrido que nos habíamos trazado. Y volví a casa con varios kilos de menos y algunos carretes de fotos, pero sobre todo con un alivio infinito de verme de vuelta aquí.




Y sin embargo volvimos de nuevo. Habían pasado trece años y esta vez el viaje nos llevó por el sur. Tal vez las cosas habían mejorado realmente en esos años, o nosotros estábamos más "curtidos" después de conocer otros países asiáticos. O quizás se debiera a que el sur de India siempre ha sido más puramente hindú que el norte donde se mezcla con el islamismo, y las gentes resultaban más agradables y desinteresadas. Y las comidas no eran todas un puro fuego.




Sea por lo que fuere, aquella vez me fue más fácil apreciar y comprender lo que veía y volví a casa con otra impresión, con otra experiencia y más conocimiento que la anterior.

Ni en el primero ni en el segundo viaje he encontrado las imágenes que poblaron mis sueños infantiles. Sin embargo y contrariamente a lo esperado, aquellas imágenes latentes no se han borrado y conviven inexplicablemente con las nuevas que ha creado la experiencia real.




En mi cabeza hay dos Indias: la India soñada y la India vivida. El tiempo va suavizando los contornos y fundiendo sus colores en una sola imagen que pronto podré llamar recuerdo...

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